lunes, 16 de abril de 2018

Liga del Mal - La Cuenta Final

 Libro formato 23 x 16 cm, 120 páginas, color, encuadernado rústico. Editado por Loco Rabia (https://www.locorabia.com.ar/) y Grupo Belorofonte (http://grupobelerofonte.blogspot.com.ar/).
Facebook del colectivo Liga del Mal: https://www.facebook.com/ligadelmal Autores: Tony Ganem, Manu Perotti, Gerardo Baró, Patricio Plaza, Industrias Lamonicana, Diego Simone y Pablo Tambuscio.


Cierra con todo una gran serie de libros.
Esta vez, de la mano de Loco Rabia-Belerofonte

¿Qué onda?
En esta reseña de junio de 2014 hablé por primera vez de la Liga del Mal. Ahí está clarito por qué el nombre, ya que en esta antología de historietas no hay verdaderamente lo que se dice "tipos con superpoderes". La Liga del Mal son los autores, que hacen pasar las de Caín a sus personajes. Ni siquiera el pobre Pollito de Epic, que ha logrado decir presente en los tres tomos y se entiende a sí mismo como un héroe logra finales verdaderamente felices.
En los cuatro años que pasaron desde aquel primer tomo, tampoco la Liga del Mal ha salido indemne: el editor que confió en ellos primero, Diego Cortés, mastermind de Llanto de Mudo, falleció en agosto de 2015, a poco de sacar el segundo tomo de LdM. Eso explica en parte que hayan pasado más de dos años para que viera la luz el tomo final, esta vez jugando a dos bandas, con apoyo en ambas orillas del Plata. Loco Rabia en Argentina y Belerofonte en Uruguay editan conjuntamente éste, el que se anuncia como el último tomo. Y se despiden como corresponde, con 120 páginas y un prólogo de Rodolfo Santullo. No podía pedirse algo mejor, salvo, si uno se pone muy paquete, detallitos en laca en la tapa, que ahora está muy de moda (sobre todo luego del uso que Purple Comics le dio a la novedad en su excelente Panteras).
Igual que en los tomos anteriores, la tira "Mendieta Recibe", de Industrias Lamonicana, queda afuera, entiéndese que porque es una pieza de actualidad y no combina con la atemporalidad de las restantes historietas.

¿De qué se trata?
Nuevamente seis son las historietas que componen esta entrega final. Todas vieron la luz, como es habitual, en Facebook para luego ser llevadas al papel.

La Leyenda de Taku, de Manu Perotti y Tony Ganem
¿Les chimento el nombre del pollito?
El nombre completo del pollito es...

Tras los hechos del episodio anterior y los del primer episodio, publicados ambos en los números anteriores, el tribunal de E.P.I.C. le asigna al Pollito protagonista una nueva misión. Debe dirigirse a Japón para derrotar a un Dragón. Nada de lo que hubo en las entregas anteriores se ha perdido: el pollito cuyo nombre desconocemos sigue siendo reconociblemente porteño en sus actitudes y lenguaje, su despiste y nula atención a otra cosa que a su ego hace que piense que es a un ladrón al que debe vencer. Con voluntad de diamante y coraje de talco, volverá a vencer en donde otros fracasan y a fracasar en donde debería haber vencido. Un corolario perfecto que sigue dejando ganas de más. Ojalá alguien le edite un libro entero a este personaje.

El Rey de la Ruta, de Gerardo Baró
Toda la onda. Gerardo se luce de verdad.

Hay un levísimo cambio en el estilo de Gerardo en esta historieta, respecto de las dos anteriores. El trazo en aquellas se veía un poco más... ondulado, por no decir tembloroso, que creo que no corresponde porque se nota que Gerardo mide cada trazo que da. La evolución va hacia un lugar más cartoon que las piezas previas, pero no por eso menos truculento en lo que sucede. Recordándome un poco a La Autopista del Sur de Cortázar, otro poco a la saga de Mad Max, un grupo de vehículos parece haber quedado atrapados en un puente, a causa de un embotellamiento y un derrumbe, en lo que aparenta ser una situación apocalíptica. Pero aquí no parece eternizarse el embotellamiento en un juego de narración y temporalidad donde a la vez parecen pasar horas que semanas, como en el cuento de Cortázar, aquí ya han pasado veinte años. Una novedad que se mueve por la ruta desde el norte llega amenazante, pero tampoco se vienen los salvajes en jeeps modificados a cagar a todos a tiros, como en Mad Max, tan solo viene lo peor que a un rey de la quietud puede ocurrirle: volver a moverse.
Con todo, el final más feliz que le haya leído a Baró en las tres entregas. Incluso un miembro de la Liga del Mal a veces se apiada de sus enemigos.

La Logia Blanca, de Patricio Plaza
Cosas que se hacen por amor.

Plaza siempre mezcla religión, alguna situación ordinaria, y un nudo sobrenatural en el medio de la trama. Su dibujo ha ido evolucionando por un camino parecido al de Baró, con un trazo que se ha vuelto más sereno y prolijo, y guiones que se han ido alejando del grotesco, a favor de humores más elaborados. La base sigue ahí, un muchacho que busca a su amigo que se marchó sin más explicaciones que las de una carta, y ha caído en manos de lo que parece ser una secta religiosa. El joven quiere rescatar a su amigo en el momento del rito magno de la Logia. Lo sobrenatural, como es costumbre en los guiones de Plaza en LDM, viene a trastocar el tono que venía teniendo la historia y a resolver y revelar lo que estaba oculto. No les espoileo el final para que puedan disfrutarlo, aunque convengamos que leerlo sabiendo el final no ha mermado el disfrute.

Video Home- Pesadilla Analógica, de Industrias Lamonicana
Tan acabado, tan preciso, tan perfecto es el estilo de Industrias Lamonicana que se comprende que sea, junto con el de Tony Ganem, el estilo que menos evolución presenta entre el Tomo 1 y esta entrega Final. El guión, en cambio, en esta ocasión es de lo menos paródico y cómico que haya presentado. El título, me animo a decir, se queda corto para describir lo que sería, de llevarse al cine, una excelente y estremecedora película de terror, como una versión argenta de IT mezclada con La Llamada, pero sin payaso, sin la nena del pozo, sin "seven days" al atender el teléfono. Ya les digo que aprovechen que lo tenemos a Andy Muschietti para que lleve esta historieta a la gran pantalla.
Y un aplauso para el manejo eficaz de registros diversos sin cambiar una gota de su estilo de Lamonicana. De verdad se pasa, el pibe.

Las Perras Diamante, de Diego Simone
¿No llegaron a leer el nombre
del pollito? Es que me quedé
sin espacio. Mala mía...

Esta historieta está llena de referencias a los trabajos de toda la LDM. En la página 2 aparecen Pomeranik y Ramirito (Historieta 6, Tomo 1), en la siguiente página, aparecen el Pollito de E.P.I.C. y Weng (Historieta 5, tomo 1), dos páginas después aparecen el cazador de monstruos y el chinito del casco de El Rey del Terror (H3, T1) y también aparece en un cuadrito el protagonista de la historieta anterior. Ahí lo que pude reconocer. Sobre el estilo y guión de Simone, lo que hay no es evolución, sino versatilidad. Ninguna de las tres historietas de Simone en LDM se parece a la otra, ni en temática ni en estilo. Aquí es una aventura de tono futurista con algún elemento sobrenatural y donde en la primera hubo truculencia y en la segunda terror cruento, aquí hay genitalidad. Es la pieza que más grita que la historieta no es un arte exclusivamente para niños. Una ex rockera devenida en cazadora de tesoros se enfrentará a su ex-frontman para obtener una pieza invaluable, y su rival está preparada para su llegada.
¿Entendiste algo? Bueno, yo casi no entendí nada, pero como bien dicen al final, y sin espoilear, valió la pena el viaje.

Marina, de Pablo Tambuscio

En mi ejemplar de este
libro tengo a este
personaje dibujado por el
autor junto a la dedicatoria
y la firma. Un lujo.
 
Tambuscio es otro que parece pararse en la versatilidad de cambiar el estilo para adecuarse al tipo de historia, pero así como sus guiones mezclan lo costumbrista con lo tenebrosamente sobrenatural, los cambios de estilo llevan claramente el sello inconfundible de su trazo. Sin parecerse estilísticamente, es como lo que pasa con Lucas Varela: no importa cómo dibujen, si es más serio o más cómico, más realista o más caricaturezco, siempre se nota que es un dibujo de él. Igual sucede con Pablo.
En esta historieta, la que parece una situación frecuente de vecindario, de vecino joven que no mide el volúmen de la música y vecinos ancianos que se quejan, deriva en una situación extraordinaria, en la que el protagonista, más que las de Caín, pasa las de Ulises al pasar por la isla de Strómboli, sin atarse a mástil alguno y sin ponerse cera en los oídos.
Siguen debiéndonos datos de los autores en el libro. De veras, muchachos, a esta altura ya debieran haber entendido lo importante que es conocer a estos villanos que conformaron la Liga y nos deleitaron haciendo sufrir a héroes y antihéroes en una docena y media de historietas. Otro poroto para El Antro, dicho sea de paso.
Lo que deja esta trilogía genial son ganas, muchas ganas de leer más de lo que puede ofrecer esta gente, que en varios casos se las rebuscó para demostrarnos que lo que ya parecía perfecto en el primer tomo, podía mejorar aún más.
¿Deberemos esperar dos años más?

¿Quién debería comprar La Liga del Mal - La Cuenta Final?
Reitero la referencia de la primera reseña: "
Seguramente el libro te va mejor si te gustan las aventuras que si sos un enfermo de los superhéroes, un otaku que no puede consumir nada que no se vea como si saliera en la Shonen Jump o un cerrado de la historieta costumbrista. O sea, si sos cualquiera de esos, más que amante de la historieta sos un necio y no merecés leer nada, ni Gaturro siquiera." Pese al cambio de editorial, a los cambios de estilo, de temática o de onda, es bueno ver que la calidad no cayó ni un ápice y que, como el dibujo de algunos de los miembros, evolucionó para mejor en cada tomo.
Este tomo marca un final, pero ya sabemos que los finales, en historieta, anteceden siempre a nuevos comienzos. Que así sea.


MAX KING