domingo, 11 de febrero de 2018

El Antro #1

Revista formato 17 x 24, 44 páginas blanco y negro más tapa y contratapa a color, encuadernado a grapas. Autores varios, edita Vendetta Ediciones (https://www.facebook.com/vendettaediciones/)
La única razón por la que no quiero que Segesso haga las
 tapas de Fierro es para que siga haciendo las de El Antro.
¿Qué onda?
Resulta que cinco dibujantes y guionistas (entre ellos Leonardo Figueroa, creador de Lobizón, mastermind de la comiquería Hocus Pocus y personalidad destacada del mundo de los podcasts comiqueriles) habituales de la autoedición unieron fuerzas para crear una editorial que los contenga, Vendetta Ediciones, y a través de ella, sacar una publicación antológica que reúna lo mejor de las antologías grosas nacionales como El Tony, la primera etapa de Fierro, D'Artagnan o Frontera y otras influencias aventureras y superheróicas criollas como Cazador, El Caballero Rojo mezcladas con influencias del comic yanqui y europeo y el Pulp, y armaron una pequeña pero nutrida revista a la que, sin falsas pretensiones ni arrogancias altisonantes, le pusieron por nombre EL ANTRO.
El Antro es, en versión breve por la cantidad de páginas no tan generosa, lo que debería ser la Fierro actual si se la despojase de las (s)obras del comic nacional que no aportan una dirección e historia claros ni un aspecto gráfico inteligible. De hecho, lo que más me gusta es lo pareja que es, aún con estilos gráficos diversos.
En la misma tónica de la vieja Fierro, El Antro tiene historietas, ficción en prosa y notas, y un gran portadista, Ignacio Segesso.
Una evidente muestra de que se puede ser ecléctico sin perder calidad, nomás apuntando a que guión y dibujos sean claros y entretenidos sin por ello tratar de tonto al lector. Y el hecho de que las obras de El Antro están pensadas para El Antro y no para sacar compilatorios en Francia también ayuda a formar una identidad más propia y concisa.
 
¿De qué se trata?
El primer número de El Antro viene con tres historietas, todas episódicas, primeras partes de una historia que se ha de desarrollar en varios números. Es de esperar que Figueroa y amigos puedan ofrecer una periodicidad que no le juegue en contra a esta decisión de serializar. También acompañan a las historietas una ficción en prosa, una entrevista a un artista invitado y una sección sobre los autores de la revista.
Cada historieta tiene el fino detalle de tener una portada y una intro que nos pone en contexto.
Desglosemos:
BARATHRUM, por Leo Figueroa y Juan Pablo Massa
Ambientada en la primera guerra mundial, trata sobre un comando de élite ruso cuya misión es encontrar tres huevos Fabergé imbuidos de magia. ¿Por qué? Porque el general alemán Rennenkampf, mediante artes oscuras y un grimorio, terminó convocando una horda de demonios que se le fue de las manos y acabó alterando el curso de la guerra y de la realidad.
El episodio va presentando a los personajes, pero mediante la acción. El líder es Sergei Petrov, un sacerdote que ingresó al ejército. Lo acompaña una ecléctica pero peculiar selección de personajes con habilidades especiales: Sacha, un psíquico experto en tácticas subrepticias, Andrey, un brutal guerrero munido de un exoesqueleto mecánico a vapor, Oxana, una ágil experta en tiro con ballesta que se comunica con un hada escandinava de la suerte, una hechicera cuyo nombre se me escapa y Grigori, cuyo talento especial aún no llega a verse. La historieta es clara y el hecho de que no todos hayan sido presentados con nombre y habilidad muestra que la acción se da naturalmente y no se fuerzan las introducciones. Todos los personajes tienen visibilidad y se reconocen sin confusiones, lo que se agradece en un contexto tan de uniforme como es una guerra, y tan sucio como lo es la Gran Guerra, con invasión de demonios incluída, lo que va muy justamente acompañado del estilo de dibujo de Juan Pablo Massa, que es el dibujante cuyo estilo menos pide coloreado de todos los vistos en este tomo. Dan ganas de más.
CLAROSCURO,  Por Emiliano Urich y V von E.
Luego de padecer los intentos en el género del buen J.C. Quattordio en la Fierro, es más que grato hallar una mirada mucho más eficaz de los superhéroes argentos como es Claroscuro, un personaje que, de entrada, muestra dos cualidades para generar polémicas: es sumamente violento (a punto que las víctimas que salva se apiadan de sus victimarios) y habría tenido una relación homosexual oculta con un colega, Bondage, aunque no parece estar particularmente interesado en él. Un fotógrafo la pasa muy mal al tratar de venderle una foto reveladora de Bondage besando a Claroscuro a la galería de villanos del héroe, que se junta toda en un pintoresco bar llamado, muy adecuada y porteñamente, "La Gayola". Humor del que me gusta a mí, jugando con los clichés del género, con mofa pero con cariño, y un dibujo perfecto para la historia, que da muchas ganas de verse a todo color como en los comics gringos. De hecho, me hizo acordar mucho a la JLA de tiempos de Giffen y De Matteis, cuando DC tenía lugar para hacer divertidos y humanos a los superhéroes, algo así como es ahora el Marvel Cinematic Universe, pero sin esa relación abusiva entre el chiste y la acción de las últimas dos películas.
LA CRUZ DE ORO, de Gustavo Pereyra y Gustavo Jiménez
Tener un nivel parejo no significa que todas las obras sean iguales. Aunque uno pueda pensar que Barathrum y Claroscuro coinciden en tener varios personajes con "poderes", son obras diferentes. Y esa diferencia se profundiza en esta historieta de Pereyra y Jiménez, no solamente desde lo argumental, sino también desde lo gráfico.
La Cruz de Oro tiene un dibujo definitivamente humorístico, cercano al cartoon con un diseño de personajes excelente, muy claro y muy efectivo. Algunas páginas parecen evidenciar que la historieta está hecha para publicarse a todo color, especialmente por la falta de relleno en partes donde hay poca tinta invertida. El uso del thick & thin en ciertas viñetas es un poco confuso, pero el diseño de personajes es tan perfecto que lo compensa con creces, y la acción se entiende sin problemas. La intro que acompaña a esta pieza, como a las demás, nos anticipa algo del argumento de esta historia ambientada en el salvaje oeste norteamericano: Los Hermanos Plaga deben asaltar un tren en el que viaja un mago, Alan Grant (ignoro si es referencia al guionista de cinco geniales años de Batman o al personaje de Sam Neill en Jurassic Park, dado que también se referencia a una película, ya que el tren se dirige a Hill Valley, el pueblo de Marty McFly en Volver al Futuro) portando un objeto de gran poder, la Cruz de Oro del título. Cuando termina el episodio, recién empieza el robo, pero la intro ya nos explicó que Grant hará uso de sus habilidades para recuperar la pieza. Por ahora, Grant es amenazas y una cabeza muy suceptible a los culatazos. Veremos cómo evoluciona el guión de Pereyra.

Tras el plato fuerte, vienen los postres:
"TRANQUI, 120", por V von E.
Un relato en primera persona de una estudiante de ingeniería sobreviviendo en un contexto posapocalíptico, sin zombies pero con una luna rota. El relato, y bienvenido sea, es también tan parejo como las tres historietas, y cumple con los requisitos del resto de la revista: es claro, es entretenido y deja ganas de más sin tener que abusar de los "cliffhangers". Y también está pensado para esta revista, no para publicar en francés. Al cabo, dudo que los galos entiendan del todo qué es All Boys o la particular naturaleza de la geografía de la ciudad de Buenos Aires y por qué es irónico lo que le pasó a Puerto Madero.
Segesso completa el relato con una hermosa ilustración que sintetiza este primer cuento que tiene pinta de ser una saga aunque se haya resuelto en sí en esa página y monedas que ocupa.
ENTREVISTA A EMILIO BALCARCE, por Leo Figueroa.
Hablar de las peculiaridades de esta entrevista es poner más texto y ya puse demasiado. Mejor veamos la estructura de la sección, que más allá de la calidad del entrevistado (y la del entrevistador) es lo que me interesa destacar. Creo que es más que acertado y poco frecuente que, además de hablar con el entrevistado y del entrevistado, al final de la entrevista se ofrezca una bibliografía recomendada, compuesta de cuatro obras realizadas por el reporteado, para que el lector neófito consiga. Así la sección demuestra que no busca usar la entrevista para atraer lectores, sino para llevar a los lectores a lecturas más allá de la propia revista. En estos tiempos en que es tan tentadora la endogamia editorial, de publicaciones que solamente remiten a otras publicaciones de la misma editora, que Vendetta abra el juego recomendando obras de Deux, Fog of War e Historieteca habla de la vocación colectivista y solidaria del emprendimiento de Figueroa y sus socios. O sea, El Antro es una antología de historietas de una editorial que tiene otros productos propios, no es una publicación especializada. Es, me parece, algo para aplaudir.
FREAKSHOW
La cereza del postre es la lista de artistas que puso lo suyo en el número y algunos de sus otros méritos y señas particulares. Tiene pinta de ser una sección estable e inalterable, algo así como la página de introducción de personajes de los tomos de Asterix, pero al final de la revista.
¿Quién debería comprar El Antro?
Si te copaba la primera etapa de la primera etapa de Fierro, si te acordás con cariño de los tiempos de la Liga de la Justicia de Editorial Perfil (sí, esa en la que Accorsi debió traducir muy a su pesar Flash como Flushman, a causa de la existencia de una revista amarillista de actualidad que ostentaba el nombre del velocista escarlata como título), si te coparon los números viejos de El Tony que conseguiste en las casas de canje en la costa este verano, junto con los viejos números de Patoruzú, Isidoro o Patoruzito, El Antro es todo lo que esperabas. De hecho, es todo lo que yo esperé de la Fierro, y esperé, y esperé, y esperé, y esperé... Una muestra de que, bien elegidas las historietas y con la intención correcta, MENOS es MUCHÍSIMO MÁS.

Max King

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