martes, 3 de junio de 2014

Liga Del Mal

Libro formato 15 x 22 cm, 92 páginas color encuadernado rústico. Editado por Liga del Mal Ediciones y Llanto de Mudo. Autores varios. Blog del grupo de autores: http://ligadelmalcomics.blogspot.com.ar/ Facebook del grupo de autores: https://www.facebook.com/ligadelmal Blog de la editorial: https://www.facebook.com/ligadelmal
Esta tapa es tan linda que no puedo decir nada gracioso sobre ella.
¿Qué onda?
En la última Dibujados me enteré que había un grupo de pibes que tenían un libro llamado La Liga del Mal. Dije pibes porque yo tengo 37 y los autores son todos menores que yo, de lo contrario, con quince años en este metier, los habría conocido antes.
La cosa es que, siendo yo un historietista afecto a los superhéroes, que por convención se organizan en "Ligas", me mandé de cabeza a conseguir este libro editado por el colectivo que componen los autores (que iniciaron, según entiendo, desde Facebook sus respectivas obras y se agruparon, como los superhéroes, con un enemigo común a vencer... la ignonimia, o la no publicación) y la gran garante de la calidad y papa fina que es Llanto de Mudo, la editorial comandada por Diego Cortés.
Pero no, no encontré superhéroes... ni siquiera podría decir que, dado el título, adentro del libro se vieran villanos. La liga no está en el libro, sino en sus creadores. Y son ellos los villanos de la historia. Bien lo dice Fernando Calvi en la introducción cuando resalta en los autores que son "tipos que tienen dos dedos de frente como para asumirse un poco jodidos, medio malos, normales, bah."
La Liga no está en las historietas porque no hay superhéroes y son en general historietas de géneros diferentes. Y los villanos son los autores por lo que les hacen pasar a sus personajes.
¿Desilusión? Para nada. Esta ecléctica selección (el único que quedó afuera del libro fue Mendieta Recibe, aunque su autor sí está en el libro con otra pieza) no tiene desperdicio. Hay estilos de dibujo diferentes, pero todos se ven hermosos, y acaso el ordenamiento de las obras haya sido azaroso, pero está muy bien y se lee con fluidez entre las diferentes piezas. Eso no es fácil de lograr con obras diferentes entre sí. Seguramente el humor que corre por las venas de todas las piezas tenga algo que ver en esa inexistencia de anticlima entre las historietas. Prólogo de Calvi, seis hermosas historietas a todo color, papel grueso, edición muy buena. Un lujo por donde lo mires.

¿De qué se trata?
Seis historietas componen este tomo, todas vieron la luz inicialmente en Facebook y fueron llevadas al papel para la posteridad.

E.P.I.C., de Tony Ganem y Manu Perotti. Con un estilo humorístico que me recuerda un poco al de Mansión Foster Para Amigos Imaginarios, esta historieta muestra un mundo de aspecto medieval pero con elementos argentinos (detalle muy cercano a mi corazón, claro) donde un pollito con aspiración de ser un héroe guerrero intenta tomar un trabajo en la agencia de asignación de hazañas que se ajuste a la altura de su pretensión y no a la altura de su físico. Mi atención a los detalles me hizo apreciar especialmente que el conejo que asigna las misiones a los guerreros esté tomando mate. Una aventura hilarantemente escrita y dibujada. Y me dejó con ganas de más. No solamente por el potencial del inescrupuloso y ambicioso pollito héroe, sino también por el potencial de esta agencia de Encargos Para Intrépidos Caballeros.

El Horror Sin Nombre, de Diego Simone. Situaciones extraordinarias en contextos ordinarios. Un niño de vacaciones con sus abuelos. Un niño que puede ver cosas que los demás no vemos. Cosas monstruosas. Y sabe que su misión es detener a esos monstruos. Decir más es espoilear. ¿Se puede ser tenebroso sin usar un estilo realista? Simone confirma que sí. Si este pibe llega a adulto y lo que afirma es posta, estaríamos ante un pichón de Constantine, o de Grimm. Pero fijate, porque si el dibujo parece engañar, otras cosas pueden no ser lo que parecen.

El Rey del Horror, de Gerardo Baró. Hay formas y formas de dejarse influir por la cultura japonesa. Si por un lado tenés a Fernando Biz o a Samanta Niz que la rompen con el estilo manga, aquí Baró abraza otras cosas, como las pelis de monstruos o Kaijus. Con un dibujo limpio pero no por eso simplón, con una paleta de colores acotada pero sumamente eficiente y una estética a mi juicio cincuentera, sin que por eso parezca que la historia sucede en esos años, detalles cinematográficos del Kaiju, onomatopeyas en kanji y monstruos se mezclan en un escalofriante chiste de humor negro muy humano que dura 12 páginas. El personaje principal, interesante como es, lo da todo y no sé si dan muchas ganas de ver más de él, probablemente porque el autor ha hecho una apuesta muy alta en esta historieta. ¿Quién sabe? Capaz vemos más de este cazador de monstruos retirado, si el autor concibe más historias, o a lo mejor conocemos más de ese niño que vive en la isla.

2 Deaths, de Industrias Lamonicana y Diego Tipodi. Retrocedemos unos años a la edad de oro del comic strip, antes de la llegada del ComicBook, cuando Chester Gould, Lee Falk y Alex Raymond la dejaban chiquitita en las tiras de los diarios yanquis con impactantes aventuras impresas con colores planos a cuatro tintas. Ahora tomemos ese estilo y creemos un implacable luchador contra el crimen que se enfrenta a los dilemas clásicos de los grandes héroes, una típica: salvar a la gente o atrapar al villano. ¿Cuál es la gracia? Que el villano es un capocómico argentino (¿les mencioné lo mucho que me gusta la mezcla entre las tilinguerías clásicas con las argentinadas más comunes?), Con un final clarmente colocado en el año 39, ya verán por qué, el ritmo frenético de la acción, el acento español peninsular y el dibujo perfecto para la historia, sin poder elegir una historieta favorita entre las impecables 6, 2 Deaths se ubica bien arriba en el ranking.

Taipei, de Pablo Tambuscio. La historia más negra, menos cómica. No sé por qué no apareció en la Fierro, si es la pieza más apta para la revista que dirge Juan Sasturain de todas las de este libro. Un oriental que perdió lo más importante de su vida, entrega lo que le queda para recuperarlo. Historieta triste, dolorosa, pero imposible de abandonar en la lectura. Clarita en la narración, con dos paletas de color diferentes para establecer momento cronológico. Notable y recomendable. Y espero ver más cosas de Pablo, porque ya muestra que la tiene clara.

Orgón, de Patricio Plaza. George Martin, productor de los discos de Los Beatles, establecía que todos los discos de los Fab Four debían terminar (tanto el final del lado A como el del lado B del Long Play) bien arriba. Por eso Help! no termina en el melancólico Yesterday, a mi juicio el final más adecuado, sino en el alegre pero en su contexto descolocado rock and roll de Dizzy Miss Lizzie.
Pues bien, La Liga del Mal culmina su primer Long Play con todo, con una delirante comedia de absurdo con aliens, enfermeros de geriátrico, nietos de 35 solteros y que no tienen sexo, el cerro uritorco y mucha acción, incluso demasiada para un veterano de esa edad. Hay toques Crikfalusianos en el trazo de Plaza, lo que aporta aún más a la hilarante historia, junto con la paleta de colores más brillante y variada de todo el libro. Una historia redonda que no deja lugar para secuelas, pero no vamos a negar que dan ganas de ver más de Patricio.

Si algo hay que criticar a este libro es el hecho de que, pese a que cada obra es presentada con una página de carilla y otra con una viñeta de la historieta y una cita, como en las antologías literarias, nadase dice de los autores. Les repito, yo no los conocía a todos y ando dando vueltas por el medio hace más de 10 años, por lo que asumo que hay todo un público al que este libro tiene que llegar que tampoco conoce a los autores.
Si fuera otro el formato, no diría nada. El comic book no suele hablar de los autores, aunque hemos visto que la Acrion Comics 1 de 1938 tenía una presentación formal de Siegel y Shuster, autores de Superman. Tampoco las revistas de antología como Fierro abundan demasiado en presentaciones, ni siquiera de los autores noveles que han ido apareciendo, aunque Sasturain suele hacer menciones en sus editoriales.
La introducción de Calvi, aunque muestra a las claras que estos muchachos son dignos de nuestra atención, poco y nada habla de los seis "villanos" de esta Liga del Mal, en un libro que tiene la pinta y la forma de una antología literaria, donde casi nunca se elude la breve reseña del autor.
Más allá de este detalle, que me importa a mí porque me interesa saber de estos grossos colegas que no conocía, el libro es tan glorioso que muy probablemente a nadie que lo lea le molestará desconocer de la vida y obra de Baró, Ganem, Lamonicana, Plaza, Simone y Tambuscio... salvo que sea tan hinchapelotas como yo.

¿Quién debería comprar Liga del Mal?
Si no amaras la historieta, no habrías llegado hasta este punto de la nota, así que muy probablemente seas candidato a leer este libro. Seguramente el libro te va mejor si te gustan las aventuras que si sos un enfermo de los superhéroes, un otaku que no puede consumir nada que no se vea como si saliera en la Shonen Jump o un cerrado de la historieta costumbrista. O sea, si sos cualquiera de esos, más que amante de la historieta sos un necio y no merecés leer nada, ni Gaturro siquiera.
Recordando el ejercicio de Magma, que lamentablemente no pasó de un puñado de números, encontrar historieta aventurera que ensaya el camino del humor para recuperar al lector es de agradecer. Ojalá no quede en solamente este libro, y veamos más cosas de estos adorables villanos que hacen historietas en una liga a la que, aunque yo sea del palo de los superhéroes y ellos sean del mal, adscribo sin dudar.


MAX KING

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